Hoy es el Día Mundial de Prevención del Cáncer de Cuello Uterino. Me gusta el nombre, sobre todo porque aparece la palabra ‘prevención’; es sencilla y a la vez fundamental en el Cáncer de Cérvix. Una simple revisión rutinaria evita la inmensa mayoría de casos de este tipo cáncer.
No puedo olvidar el primer contacto que tuve con esta enfermedad. Era residente de segundo año de ginecología y tuvimos una paciente ingresada durante varios meses por un estadío avanzado de cáncer de cérvix. Fue un ingreso largo, doloroso y complicado que termino con la vida de la paciente y con una marca en mi consciencia que nunca podré borrar.
El cáncer de cuello de útero es el tercero más frecuente en mujeres a nivel mundial tras el cáncer de mama y el 5º de todos los cánceres. Se diagnostican 500.000 nuevos casos al año en todo el mundo. En España se diagnostican unos 2.000 y representan el 3,3% de los tumores femeninos (8º posición) por lo que se puede considerar que su incidencia y prevaléncia son bajas. Aún así, esta enfermedad se lleva cerca de 750 vidas al año en nuestro país.
La principal causa (más del 90% de los casos) es la infección por el Virus de Papiloma Humano (VPH). Se trata de una familia de virus donde existe más de 100 tipos distintos y no todos tienen la misma importancia en el desarrollo del cáncer. Los serotipos 16 y 18 son los de alto riesgo para el cáncer de cuello de útero, hay otros de riesgo intermedio (31,33 y 45), y otros que no tienen relación alguna (el 6 y el 11 se relacionan con verrugas pero no con cáncer).
Aunque se trata de una infección de transmisión sexual el preservativo no protege completamente de la misma. El tabaco y la depresión inmunológica (por tratamientos inmunosupresores o enfermedades como el SIDA) facilitan su evolución. Es por ello que es preciso un control estricto en estas pacientes.
Es un cáncer de aparición lenta, lo cual permite su diagnóstico y tratamiento adecuado con controles rutinarios en la mayoría de los casos. La secuencia que habitualmente presenta es la siguiente:
- Infección por VPH tras contacto sexual con varón portador. El hecho de iniciar las relaciones sexuales pronto y tener múltiples parejas aumenta el riesgo de contagio y por lo tanto de enfermedad. La mayoría de las pacientes que son infectadas por el virus lo elimina sin consecuencia alguna.
- Si la infección del virus persiste durante los siguientes 5-10años puede provocar cambios en la mucosa cervical (SIL -Lesión Escamosa Intraepitelial- de bajo grado). No son lesiones malignas y pueden ser reversibles. Es preciso un control estricto de las mismas (pero no tratamiento) porque sólo el 15% pasarán a la siguiente fase.
- Si la infección persiste y las lesiones evolucionan a SIL de alto grado que se considera una lesión premaligna o Carcinoma In Situ. Son necesarios otros 5 años para llegar a este punto en el que es preciso el tratamiento, debido a que el 40% de estas pacientes llegará a tener cáncer de cérvix si no son tratadas.
- El Carcinoma In Situ dará lugar a un cáncer invasor en 3 años en el 10% de las mujeres, 25% en 5 años y 50% en 10 años.
Aunque el virus es altamente contagioso, la mayoría de mujeres no pasa del primer contagio, y las posibilidades de que llegue a ser un cáncer son escasas si se realiza un control adecuado. El hecho de que la evolución sea lenta facilita su diagnóstico, y el cribado realizado con las citologías en las revisiones rutinarias anuales es suficiente para su detección. Desde hace unos años, además de descartar las lesiones del cérvix mediante la citología, podemos detectar si existe infección por el virus y controlar las pacientes de alto riesgo. Hoy en día, además existen vacunas para evitar el contagio de las cepas más virulentas del VPH, introducidas en el calendario escolar (antes de comenzar las relaciones sexuales) pero que según los estudios son efectivas cuando se administran en pacientes de hasta los 26 años.
La prevención es la mejor manera de evitar el desarrollo de esta enfermedad, y las revisiones rutinarias en el ginecólogo la única manera de hacerlo. Una visita anual que no dura más de 15 minutos puede diagnosticar una alteración fácil de tratar y evitar su progresión a un cáncer difícil de curar. Merece la pena ¿no creéis?