Hace unos días tocaron el timbre de casa un martes a eso de las 10 de la mañana. Estaba en casa por casualidad. Venían a leer el contador del agua, y el señor de muy malos modos me dijo que durante las últimas semanas había llamado varias veces y que nunca estábamos en casa por la mañana. Yo le conteste que hoy en día mucha gente trabaja por la mañana y no es habitual encontrar a gente en casa. Me dio por pensar y me di cuenta de como ha cambiado la sociedad en los últimos años, aunque algunos todavía sigan con las creencias y costumbres de hace 4 décadas.
El concepto de familia ha cambiado, y lo hace día a día. Las familia normal en los años 60 y 70 con los hijos, padres y abuelos no es la que hoy en día conocemos. Aquellas familias de muchos hermanos viviendo bajo el mismo techo, con sus padres, algún tío y los abuelos se ha convertido en parejas que viven en su casa con uno o dos hijos. Pero no es el único patrón familiar ni mucho menos. Padres que se han separado y comparten la custodia de los hijos, algunos que se han vuelto a emparejar creando nuevas familias, madres que cuidan solas a sus hijos… Hay un sinfín de ejemplos sin tener que mirar muy lejos.
Unos meses atrás saltaba en nuestro país la noticia sobre la nueva actitud de la sanidad pública frente a las pacientes sin pareja masculina. No es algo nuevo, para estas pacientes incluso es ilegal realizar tratamientos de reproducción asistida en muchos países de la Unión Europea. Estamos hablando del primer mundo aunque parezca el tercero. Entiendo que la crisis económica y los recortes lleguen a nuestro sistema sanitario, y que una de las cosas menos primordiales sea la reproducción asistida. Lo que no me queda tan claro es el razonamiento a la hora de seleccionar precisamente a estas pacientes a la hora de excluirlas del programa público.
Las pacientes con bajas opciones (por edad o por baja respuesta ovárica) han quedado excluidas y puede resultar doloroso e incompresible para estas parejas. Aunque todo es discutible los recursos son limitados y hay que optimizarlos en aquellos casos con más opciones. Pero en los casos de parejas homosexuales y mujeres sin pareja no tiene mucho sentido la limitación por las altas expectativas de embarazo que tienen. Son pacientes que no son estériles en realidad y lo único que les “falta” es el gameto masculino. Por lo tanto las opciones de conseguir un embarazo con técnicas sencillas (y más baratas) y en menor tiempo que las pacientes “standard” hace de ellas la opción perfecta para los centros de reproducción asistida.
A pesar de que es indispensable valorar cada caso, en términos generales las pacientes sin pareja masculina son las ideales a la hora de tener éxito en un tratamiento de fertilidad. Por lo tanto, en lugar de excluirlas, teniendo en cuenta el razonamiento médico, lo recomendable sería lo contrario. Y esto me lleva a una pregunta ¿Cual es la razón real para haber tomado esta decisión? No encuentro justificación médica o económica. Supongo que serán de otra índole, de aquellas que tenían hace 30 ó 40 años.
Por último, me queda una reflexión: si la ley permite tener hijos a las parejas heterosexuales, lesbianas y mujeres sin pareja… Que los gays no puedan hacerlo ¿es una discriminación sexual?
Es una reflexión totalmente acertada la que realizas en este post.
Creo que no son razones médicas o económicas para ese cambio de actitud en la sanidad pública. Más bien son razones “morales” y políticas de dirigentes anclados totalmente en una época retrógrada y que, por desgracia, es lo que nos toca vivir hoy en día.
Me atrevería a decir que son políticas homófobas y sin razón que no casan para nada en siglo XXI en el que vivimos.
Por culpa de estas políticas, mujeres y hombres van a quedarse sin poder disfrutar de lo maravilloso que es la maternidad y paternidad (independientemente del tipo de familia que hayan creado)negando un derecho, un sentimiento, una necesidad… en una supuesta sociedad democratica, libre y actual.
A mi pareja y a mí sólo nos queda dar millones de gracias a esos donantes voluntarios y, por supuesto, a todo el equipo de médicos y profesionales que nos han atendido, haciendo de nuestra vida un milagro.
Sobre todo, millones de gracias Jon Ander!
En cuanto a la pregunta que lanzas, sin duda alguna, por supuesto que es una total y absoluta discriminación sexual el echo de que los gays no tengan el derecho a ser padres.
En este pais ya es bastante duro de por sí “salir del armario” por la cultura que se nos ha inculcado, como para que después de aceptarlo, les nieguen un derecho vital. ¡Lamentable!
Gracias por tu comentario Virginia,
Me alegro que te haya gustado esta reflexión.
Lo mejor de nuestro trabajo es conseguir un embarazo y obtener la sonrisa de una madre, o dos, un padre… independientemente de su condición social, sexual o raza. Vuestra sonrisa es nuestro objetivo, y vuestra alegría es también la nuestra.