Robert Edwards dijo una vez ‘ It wasn’t enough to merely mix a woman’s egg and some sperm in a dish and let nature take it’s course. Nature wasn’t much interested in doing it naturally, much less unnaturally in a lab.’ Y estaba en lo cierto. El paso más sensible (al menos en el laboratorio) es la fecundación de los óvulos. Probablemente sea el proceso más delicado de todos. Si para los ginecólogos la punción ovárica era el momento más complejo, para los embriólogos es sin duda la fecundación. Tanto en la reproducción natural como en la inseminación artificial la fecundación del óvulo se da en un medio natural, la parte distál de las trompas de Falopio. En la Fecundación In Vitro, por el contrario se realiza en el laboratorio. Aunque a todos nos viene a la mente los niños probeta, en realidad es más parecido a las placas de Petri donde se da la unión del espermatozoide con el ovocito. En la Fecundación In Vitro (FIV) clásica o convencional, se dejan cientos de miles de espermatozoides alrededor de un único óvulo para que uno de ellos lo fecunde. El primer embarazo conseguido en 1977 se produjo para solventar un problema en las trompas. Hoy en día, la principal razón para utilizar esta técnica es la causa masculina (mala calidad en el semen), junto con el fracaso de otras técnicas más sencillas (inseminaciones…) o la edad materna (a partir de los 38 años las opciones de embarazo con inseminación artificial son escasas por lo que se opta por la FIV).
El la MicroInyección Espermática (ICSI-IntraCytoplasmic Sperm Injection-) se selecciona un único espermatozoide para introducirlo dentro del óvulo. Esta imagen es la que siempre relacionamos con la Fecundación In Vitro y con las técnicas de reproducción asistida en general. A principios de los años 90 el Dr. Palermo consiguió desarrollar esta técnica que permitía la fecundación de los óvulos con calidades seminales pésimas, e incluso con espermatozoides de testículo. Esto permitió solventar el factor masculino en la mayoría de los casos. Por muy pocos espermatozoides que encontremos, casi siempre hay suficientes para poder hacer un ICSI. Muchas veces no esta claro cual de las dos técnicas es la más adecuada en cada caso. De hecho la diferencia, por ejemplo, entre los países nórdicos al nuestro es muy llamativa. Mientras que en Dinamarca, Suecia… más del 50% de tratamientos realizados son de FIV en España el ICSI ronda el 80%. Esto se debe a múltiples factores, pero sobre todo relacionado con el éxito en la fecundación. En realidad la tasa de fecundación no es mejor en el ICSI que en el FIV si se realiza una selección adecuada de los casos, pero el miedo al fracaso en este proceso hace que en caso de duda tengamos tendencia a utilizar el ICSI. El ciclo se puede ver afectado o cancelado por una mala fecundación, con lo que ello conlleva desde el punto de vista tanto emocional como económico. Personalmente, soy más partidario de la fecundación más natural posible y de utilizar la FIV si es posible. Muchas veces comento a las pacientes “En la FIV entra el espermatozoide más listo y en el ICSI elegimos el más guapo. No siempre el guapo es el listo”