Hoy en día es habitual tener un embarazo a partir de los 40. Podemos ver multitud de ‘celebrities’ en las portadas de las revistas, pero también mujeres ‘normales’ a nuestro alrededor. El retraso en la maternidad acusado durante las últimas décadas ha sido notorio en nuestro entorno, y esto hace que una nada desdeñable proporción de las mujeres superen la cuarentena cuando se quedan embarazadas.
La sociedad ha cambiado y lo que hace unos años eran cuarentonas (utilizando el termino en modo despectivo) hoy en día son mujeres jóvenes y vitales, tienen un empleo al que les ha costado llegar (y mantener) y muchas han retrasado su maternidad para poder estudiar y obtener una estabilidad. Otras han cambiado de pareja y desean un nuevo embarazo. O simplemente buscaban embarazo y lo han conseguido.
No siempre lo habitual es lo idóneo, y en este caso no lo es. Muchos de estos embarazos tienen un curso normal (este mismo año he tenido dos pacientes de 47 y 48 años con un embarazo estupendo), pero las complicaciones que puede suponer tener un embarazo en esta década de la vida no son pocas. Por lo tanto nos encontramos ante un embarazo de alto riesgo, por varias razones:
Alteraciones cromosómicas en el embrión: Los óvulos de las mujeres van disminuyendo en cantidad y calidad con el paso de los años. Esto hace que aumente el número de embriones alterados y por lo tanto tenga repercusiones en su evolución:
- La mayoría de embriones con problemas cromosómicos no siguen adelante y su evolución se interrumpe antes de la prueba de embarazo. Está es la razón por las que las posibilidades de embarazo a partir de los 40 años son escasas.
- Algunos se detienen durante el primer trimestre y se diagnostica el aborto. Las probabilidades de un embarazo no evolutivo a partir de los cuarenta son de más del 35% y más del 50% en mujeres de 45 años.
- Si la alteración cromosómica es compatible con la vida, como en el caso del Síndrome de Down, puede dar lugar a un embarazo evolutivo. Las probabilidades de tener alteraciones de este tipo son de más de 1/100 con 40 años y 1/30 a los 45.
- Estas alteraciones se relacionan con la edad de los óvulos, por lo que quedarían descartadas si el embarazo ha sido conseguido tras un tratamiento con óvulos de donante.
Placenta: La interacción entre el endometrio (capa interna del útero) y el trofoblasto (parte externa del embrión) da lugar a la placenta. La edad se asocia a varias complicaciones asociadas a este órgano que hará de intermediario entre la madre y el feto durante el embarazo.
- Placenta previa: la posición en la que se sitúa la placenta en el útero no tiene excesiva importancias salvo que sea por delante del feto. Cuando la placenta se encuentra en la parte baja del útero y ocluye la salida del feto por el cuello uterino se denomina placenta previa. Suele ir relacionado con sangrados en el primer trimestre, pero sobre todo en el segundo y tercero. El parto será por cesárea electiva (el niño no puede atravesar la placenta en el parto)
- Además de la placenta previa los embarazos en edad tardía se asocian a aumento de riesgo de desprendimiento placentário, lo que puede poner en riesgo la vida del feto.
- Las alteraciones en el momento de la implantación que estamos analizando también pueden repercutir en la vascularización placentária y durante el tercer trimestre provocar hipertensión arterial asociada al embarazo, y su faceta más severa, la preeclampsia. Esta situación resulta tan grave que puede llevar a la muerte tanto de la madre como del feto, por lo que es preciso terminar el embarazo.
Parto: además de las alteraciones relacionadas con el embrión y la placenta, la edad también tiene repercusión en los órganos y tejidos.
- El riesgo de parto prematuro (parto antes de la semana 37) y bajo peso al nacer (menos de 2.500gr) se ve incrementado.
- Las posibilidades de que el parto acabe siendo cesárea superan el 50%.
Diabetes gestacional: el páncreas, debe asumir descompensaciones en los niveles de azúcar en sangre. Con la edad esta respuesta se puede ver limitada y ocasionar diabetes durante el embarazo. Su control adecuado evita complicaciones mayores y normalmente desaparece tras el embarazo, pero estas pacientes tendrán más posibilidades de padecer esta enfermedad en el futuro.
Patologías previas como miomas, pólipos, cirugías previas (conización del cuello uterino, operaciones en los ovarios, peritonitis…) o tratamientos de tumores son más frecuentes con la edad. Pueden complicar el desarrollo del embarazo y del parto.
La maternidad a los cuarenta es posible, partiendo siempre de una mujer sana y con un control exhaustivo durante el embarazo. Nadie dijo que iba a ser fácil.