Todos contra el cáncer de mama

Hoy es día mundial del cáncer de mama y no podía dejar pasarlo sin escribir unas líneas. Todos tenemos madres, hermanas, familiares o amigos que han ganado la batalla, la están peleando o por desgracia la perdieron. En mi caso como profesional he tenido muchos casos, en lo personal me quedo con uno muy especial. Ella sabe quien es.

No voy a recordar que más del 85% de pacientes se curan si se diagnostica en estadios precoces. Tampoco que las revisiones y mamografías son esenciales en su diagnóstico. Hoy aparece en todos los medios.

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Hoy quiero destacar dos cosas: La primera, que esta es una lucha que todos debemos hacer, todos juntos. Y la segunda, que hay vida después del cáncer

Cuando me refiero a que esta es una batalla que debemos hacerla entre todos, significa que la enfermedad se expande no solo por las células sino por los lazos personales que la mujer tenga. El médico, la pareja, la familia y los amigos se ven impregnados de ese cáncer que muchas veces no saben como asumir.

En esta batalla es importante tener un buen equipo médico que nos haga un diagnóstico correcto y precoz y nos oriente en la enfermedad. Unos profesionales que nos hagan llegar a los mejores tratamientos, que investiguen nuevas opciones y desarrollen nuevos fármacos. Pero además, es necesario tener a los profesionales como apoyo en las dudas y problemas que nos surgen a lo largo de todo el proceso. Es preciso tener acceso directo a ellos en estos momentos tan importantes.

Y por supuesto la familia y los amigos. El jarro de agua fría que cae en la paciente con cáncer de mama, cae de igual manera en sus seres queridos. Muchas veces no sabemos como actuar con un amigo o familiar con cáncer. No sabemos como se encuentra, no conocemos sus dolores y necesidades, desconocemos la evolución del proceso. Tenemos la sensación de no saber nada y de no saber como ayudar. Sólo hay una manera de hacerlo y hay miles a la vez. Estar al lado de la enferma, preguntarle como está, que es lo que necesita son la mejor manera de ayudarle. No suele ser un problema preocuparse de más, si puede serlo hacerlo de menos. Estar a su lado es algo necesario para ella y también para nosotros.

A pesar de que el cáncer es una enfermedad para toda la vida y por muy curados que estemos  siempre tendremos la mosca detrás de la oreja si alguna vez hemos tenido cáncer. El miedo a la recaída, a sufrir otro cáncer nos acompañara para siempre. Pero hay que aprender a vivir con ello y, no por la enfermedad, dejar la vida de lado. Una vez superadas las primeras fases de asumir la enfermedad (el ¿por que a mí?, no puede estar pasando…), tratarla (con cirugía, quimioterapia, radioterapia, hormonoterapia) y superarla (siempre con sus controles posteriores pertinentes) es el momento de pensar en la vida más que en el cáncer.

Tenemos que pensar que muchas mujeres vivirán muchos años y probablemente la enfermedad no vuelva a aparecer. Tendrán que pelear en su trabajo, con su hipoteca, con su pareja y con todo lo que peleamos todos en nuestro día a día. Pero también disfrutarán de su familia y amigos, de sus viajes, de sus cenas o de un atardecer en la mejor compañía. Incluso podrán conseguir un embarazo, bien de forma natural (tanto el cáncer como su tratamiento dificultarán conseguirlo pero no lo imposibilitan) o con la ayuda de reproducción asistida (se puede preservar la fertilidad congelando óvulos previo al tratamiento del cáncer).

Hay vida después del cáncer, hay mucha vida después del cáncer.

 

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